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domingo, 15 de mayo de 2016

El día de la marmota o de porqué tenemos que volver a votar

Después del resultado habido en las elecciones generales celebradas el pasado día 20 de diciembre de 2015, era muy evidente que la formación del nuevo gobierno requeriría de la buena voluntad y generosidad de los principales actores políticos del país.

Por lo tanto y, a sensu contrario, si faltaban las dosis necesarias de buena voluntad y generosidad, los españoles nos veríamos, como nos vemos, obligados a votar de nuevo y, aunque se dice que unas elecciones son la fiesta de la democracia, corremos el riesgo de acabar con una resaca del 15 después de tanta fiesta.

Teniendo entonces todos tan claro cuáles eran los ingredientes necesarios para cocinar un gobierno, no digo bueno o malo, digo un gobierno, ¿por qué han faltado los ingredientes precisos? Mi respuesta es esta: tactismo político y los verdaderos objetivos de cada uno.

Parece evidente que los únicos partidos con el apoyo en las urnas necesario para poder condicionar la formación de un gobierno tras las elecciones del pasado 20 de diciembre son el Partido Popular, el PSOE, Podemos y Ciudadanos, pero ¿son los 4 igual de responsables de que casi 6 meses después no se haya podido formar gobierno?

A esta pregunta la respuesta es no. No son igual de responsables aquellos partidos que, cada uno desde su óptica, con su programa, con sus objetivos y con su ideario, han intentado, sinceramente, con buena voluntad y con generosidad, alcanzar un acuerdo con otras fuerzas políticas que, evidentemente, no piensan igual ni tienen la misma forma de entender la sociedad y el papel del Estado en ella, pero que han comprendido que por el bien de España y de los españoles la situación de bloqueo no se podía perpetuar. De esta actitud surgió el pacto suscrito por PSOE y Ciudadanos, buen punto de partida para poder negociar y pactar con otros partidos.

El segundo grupo de partidos ha sido el formado por aquellos que, o bien prefieren dejar pasar el tiempo, por aquello de que "después de la tormenta siempre llega la calma", y la de aquéllos otros que, con una idea completamente antagónica, pretenden aquello de "a río revuelto, ganancia de pescadores".

El primer grupo, el de la generosidad, sentido de estado, buena voluntad y sinceridad ha estado conformado por PSOE y Ciudadanos. El segundo grupo lo han formado el Partido Popular y Podemos.

El Sr. Rajoy se ha negado a sentarse a negociar con nadie. Ciudadanos le ha invitado en numerosas ocasiones ha hacerlo, sin que haya podido obtener respuesta en ninguna. El Sr. Rajoy ha declinado, ¡por dos veces! presentarse a la votación de investidura tratando de lograr la confianza del Congreso. El Sr. Rajoy ha realizado una lectura torticera de la Constitución Española y de la Ley Orgánica  5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General.

Y digo lectura torticera por que nuestro sistema, el que diseña la Constitución y regula nuestra legislación, es un sistema parlamentario, no presidencialista, por el cual los electores no elegimos al Presidente del Gobierno, sino que elegimos representantes, a través de listas presentadas por partidos políticos o agrupaciones de electores, sin que podamos ni tan siquiera descartar a aquellos candidatos que no nos merezcan la confianza suficiente.

En este sistema son los Diputados electos los que eligen al Presidente del Gobierno, otorgándole su confianza. Por lo tanto, el partido político que obtiene más representantes (es decir, más Diputados), partirá con cierta ventaja para conseguir que su candidato sea finalmente elegido Presidente, pero no le garantiza dicha elección, la elección hay que ganársela, y se gana a través de la confianza de la mayoría de los Diputados del Congreso.

Por lo tanto, el Sr. Rajoy  con su actitud, sólo ha conseguido hacernos perder 6 meses, a todos, incluidos sus propios votantes, porque si de verdad quería presidir el Gobierno de España, debería haberse puesto manos a la obra, como otros sí hicieron, y tratar de lograr la confianza mayoritaria del Congreso.

Su inmovilismo, su pasotismo, su dejar pasar el tiempo, ha tenido la cutre recompensa de presidir un gobierno en funciones y le ha dado además la coartada de culpar a los demás partidos políticos por no entregarle su confianza en masa, a un solo grito, como un solo hombre.

Pero en un régimen parlamentario, con diversidad de opciones políticas, la confianza hay que ganársela con un programa, con la propuesta de medidas, con actitud, con respeto, con generosidad, con sentido de estado y con sinceridad. De todo eso carece el Sr. Rajoy. Su meta es mantenerse en La Moncloa, como sea, incluso presidiendo un gobierno en funciones, también le sirve.

En el mismo grupo, pero por motivos distintos, ha estado Podemos. El partido que se erigía como el depositario de la exigencia de cambio esgrimida por una parte de la sociedad tan solo pretende cambiar nombres, no sólo los de las calles, sino los de los cargos, esos son los nombres que más les importan. Me atrevería a decir que son de verdad los únicos que les importan.

Pablo Iglesias no tuvo reparos en comparecer ante los medios, a la vez que Pedro Sánchez se entrevistaba con S.M. el Rey, y lanzar a los 4 vientos su propuesta de gobierno y, para sorpresa de muchos, esa propuesta no era una enumeración, más o menos larga, más o menos utópica, de medidas o e proyectos, no. La propuesta tan solo contenía los nombres de los futuros ministros, con denominación de ministerio incluida.

A eso lo llaman nueva política y, ciertamente, lo es. Hasta ahora no se había producido nunca un hecho similar. Otra cosa es que esa nueva forma de hacer política no es la que muchos de los votantes de Podemos esperaban.

Podemos, dirigido por el Sr. Pablo Iglesias, ha visto una oportunidad de seguir manipulando a las masas a través de la demagogia, la mentira y el discurso zafio para seguir incrementando su resultado electoral, a costa incluso de quiénes hasta hace poco, eran acusados de representar la vieja política, como eran tratados los miembros de IU por los que ahora se han convertido en sus "generosos" compañeros de viaje.

Y vistos los resultados que están teniendo las políticas que defiende Podemos, en países como Venezuela o Grecia, más nos vale que los otros 3 grandes partidos tengan, esta vez todos, la suficiente cintura, generosidad, altura de miras, sentido de estado y sinceridad, para evitar que Podemos llegue al poder. 

Para eso sirve un sistema parlamentario.